La lactancia materna es mucho más que alimentación: es vínculo, consuelo, nutrición emocional y desarrollo. Sin embargo, en algunos casos, surgen dificultades inesperadas que complican este proceso tan natural. Una de las causas más frecuentes —y a la vez más debatidas en los últimos años— es el frenillo lingual corto, también conocido como anquiloglosia.
Esta condición no solo puede interferir con la lactancia materna, sino también con la alimentación con biberón. Cuando la lengua no puede moverse correctamente, afecta a cualquier tipo de succión, dificultando tanto el agarre como la eficiencia al succionar, lo que puede generar problemas como tomas muy largas, mala digestión o exceso de gases. Es decir, no se trata solo de lactancia materna: se trata de alimentación, salud oral y bienestar general del bebé.
El frenillo corto es una condición congénita en la que el frenillo, una pequeña membrana situada debajo de la lengua, es demasiado corto, grueso o está mal insertado, limitando el movimiento normal de la lengua. Esta restricción puede interferir con la capacidad del bebé para succionar correctamente, lo cual puede derivar en dificultades tanto para él como para su madre.
Aunque el frenillo lingual es una estructura anatómica común, no siempre cumple una función concreta. Cuando está demasiado tenso o mal posicionado, puede actuar como un ancla que limita la movilidad de la lengua. Y esto no solo afecta a la lactancia materna: la lengua es el músculo principal implicado en la alimentación, ya sea al pecho o con biberón.
La anquiloglosia no es nueva. De hecho, ya era reconocida en la antigüedad. Sin embargo, durante décadas su importancia se minimizó, en parte por el auge de las leches artificiales y la pérdida del conocimiento colectivo sobre lactancia. En los últimos años, con el renacer del interés por la lactancia materna y el mayor acceso a información, muchos profesionales y familias han vuelto a mirar el frenillo como un posible obstáculo en la alimentación del recién nacido.
Esto ha llevado a una aparente “epidemia” de diagnósticos de frenillo corto. Pero no todos los bebés que lo presentan tienen por qué tener dificultades. Es fundamental evaluar caso por caso, y hacerlo desde una visión global de la alimentación, independientemente del tipo de lactancia.
Un frenillo lingual corto puede manifestarse de diferentes formas, tanto en la madre como en el bebé:
El diagnóstico debe ir más allá de una simple observación visual. Se evalúa principalmente la movilidad de la lengua: si el bebé puede sacarla más allá del labio inferior, elevarla hacia el paladar o moverla lateralmente.
Existen herramientas específicas como la Escala de Hazelbaker, que puntúa tanto la función como el aspecto de la lengua. También se usa una clasificación de tipos (del 1 al 4) que describe la inserción y visibilidad del frenillo.
Sin embargo, no todos los frenillos visibles requieren intervención. En Maternify, contamos con un equipo multidisciplinar formado por fisioterapeutas y matronas que valora cada caso de forma individualizada, priorizando siempre lo que resulte más beneficioso para el bienestar del bebé y de la madre.
No necesariamente. Ante un diagnóstico de frenillo lingual corto, el primer paso es valorar la lactancia en su conjunto: postura, agarre, técnica del bebé, producción de leche y otros factores clave. Muchas veces, pequeñas correcciones, junto con el acompañamiento adecuado y, si es necesario, apoyo desde la fisioterapia, pueden marcar una gran diferencia sin necesidad de recurrir a una intervención quirúrgica.
Además, no se hace una frenotomía únicamente para “salvar la lactancia materna”. Se hace para liberar un músculo clave para la alimentación. Aunque el bebé se alimente con biberón, si la lengua no se mueve bien, puede haber succión deficiente, gases, malas digestiones y problemas a medio plazo.
La frenotomía suele tener buenos resultados, especialmente en la mejora del dolor materno y la eficacia de la succión. Sin embargo, no es una solución mágica. La lengua debe reaprender a moverse libremente, por lo que es habitual recomendar ejercicios posteriores (como fisioterapia orofacial) para evitar que el tejido cicatrice limitando nuevamente el movimiento.
Y aunque muchos bebés mejoran de forma clara tras la intervención, la frenotomía no lo soluciona todo por sí sola: es necesario acompañar el proceso con revisiones, ejercicios y ajustes personalizados.
Un frenillo que limita la movilidad lingual no solo puede interferir con la lactancia. A medio y largo plazo puede contribuir a:
Por eso, ante la duda, es fundamental acudir a un profesional con experiencia en lactancia y salud orofacial para una evaluación integral y personalizada.
El frenillo lingual corto no es una moda ni un invento reciente, pero tampoco es la causa universal de todos los problemas de lactancia. Es una condición real que debe valorarse. Si hay dolor, tomas ineficaces o escasa ganancia de peso, puede ser parte del problema, y también parte de la solución.
En Maternify, estamos aquí para ayudarte si sospechas que el frenillo lingual podría estar interfiriendo en tu lactancia. Contamos con profesionales que te acompañarán en cada paso, porque una lengua libre también puede significar una lactancia libre, feliz y sin dolor.
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