El postparto, también conocido como puerperio, es una etapa tan transformadora como intensa para cualquier mujer. Después de dar a luz, el cuerpo inicia un proceso de recuperación que implica cambios físicos, hormonales y emocionales profundos. En medio de todo eso, hay una experiencia muy común, pero poco comentada, que puede resultar desconcertante si no se está preparada: los temblores incontrolables después del parto.
Muchas mujeres los describen como episodios de escalofríos intensos, con sacudidas, castañeteo de dientes o sensación de frío que parece surgir de dentro del cuerpo. Lo más curioso es que pueden aparecer tanto si tuviste un parto vaginal como si fue por cesárea, y no necesariamente están relacionados con el clima o la temperatura del ambiente.
Cabe mencionar que esto es algo que también puede ocurrir justo antes del nacimiento del bebé. Hay mujeres que experimentan temblores o una especie de estremecimiento intenso cuando el parto está en su fase más avanzada, casi en el momento exacto del nacimiento. Esto no tiene nada que ver con el frío, sino con una liberación natural de adrenalina que el cuerpo genera cuando se acerca ese momento explosivo y poderoso que es dar a luz. Es como una descarga de energía que prepara al cuerpo para el gran final. Si te pasa, que no te asuste: es parte de la intensidad del proceso.
Aunque pueda parecer alarmante, es importante saber que estos temblores no suponen ningún peligro y, en la mayoría de los casos, desaparecen por sí solos en cuestión de minutos o un par de horas.
No hay una única causa identificada, sino una combinación de factores fisiológicos y médicos que pueden actuar en conjunto. Aquí te explicamos los más habituales:
Durante el parto, especialmente en su fase final, el cuerpo redirige gran parte del flujo sanguíneo hacia órganos vitales y zonas implicadas en el nacimiento. Esta redistribución puede provocar una sensación de frío en manos, pies y extremidades, acompañada de temblores. Es un mecanismo del cuerpo para recalibrarse.
Después de dar a luz, el cuerpo de la mujer atraviesa una caída abrupta de hormonas como el estrógeno y la progesterona, junto con un aumento en otras como la oxitocina (relacionada con la lactancia y el vínculo madre-bebé) y las hormonas del estrés como la adrenalina. Esta combinación puede generar una especie de "shock hormonal", que se manifiesta con temblores o escalofríos.
La anestesia epidural, muy común en partos hospitalarios, puede provocar bajada de la presión arterial. Esta hipotensión puede desencadenar temblores como respuesta natural del organismo. Muchas mujeres notan que temblaron más intensamente en los partos en los que recibieron mayor dosis de anestesia.
Durante el trabajo de parto o la cesárea, suelen administrarse líquidos por vía intravenosa que están a una temperatura inferior a la corporal. Esto puede generar una sensación de frío interno y escalofríos transitorios.
En casos menos frecuentes, se ha observado que pequeñas cantidades de líquido amniótico pueden entrar en el torrente sanguíneo durante el parto (especialmente en cesáreas), provocando una reacción del cuerpo que se manifiesta con temblores.
Sí. Algunas mujeres experimentan ardor, calambres, sensación de hormigueo o dolor muscular, además del temblor. La piel puede lucir más pálida o fría. Todos estos síntomas son considerados normales en el contexto inmediato al nacimiento y suelen desaparecer por sí solos. La duración también varía: hay quienes lo sienten por unos minutos, y otras pueden tener temblores intermitentes durante una o dos horas.
Lo más importante es no alarmarse. Aunque la sensación sea intensa, es un fenómeno temporal y no es señal de una complicación grave. Aquí van algunos consejos prácticos:
Si estás embarazada o acabas de dar a luz y experimentaste temblores, recuerda: no estás sola, no eres la única y no estás haciendo nada mal. Es simplemente el cuerpo haciendo su trabajo, adaptándose, recuperándose.
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