1. El inicio: subida de la leche y primeros cambios
2. Fases de la leche materna: calostro, leche de transición y leche madura
3. ¿Qué caracteriza a la leche de transición?
4. Proteínas: una mezcla perfecta para el desarrollo
5. Cambios en la protección inmunológica
Ningún día con tu recién nacido es igual al anterior… y lo mismo ocurre con tu leche materna. Este alimento evoluciona constantemente para adaptarse a las necesidades de tu bebé, desde las primeras gotas de calostro hasta la leche madura que lo alimentará durante meses (¡o incluso años!).
Tras el parto, con la expulsión de la placenta, los niveles de progesterona en tu cuerpo caen rápidamente. Este cambio hormonal desencadena un aumento en la producción de leche. Tus pechos pueden crecer más de lo que imaginaste y comenzarás a notar cómo se transforman: es el inicio de una fase de ajuste en la que tu cuerpo aprende a producir justo lo que tu bebé necesita.
Durante la primera semana, las células productoras de leche y sus conexiones internas se reorganizan para adaptarse a la lactancia. Poco después, comienza una nueva etapa: la leche de transición.
La leche materna no es estática. Se mueve en tres fases principales que, más que tipos separados, representan una evolución:
Aunque sus componentes básicos se mantienen, sus proporciones cambian día a día. Esta evolución responde a las necesidades del crecimiento, inmunidad y digestión del bebé.
Durante esta etapa, la leche comienza a aumentar significativamente en volumen —hasta 600 o 700 ml por día— para responder al apetito creciente del bebé. También cambian sus nutrientes clave:
La leche materna contiene dos tipos principales de proteínas:
A medida que el sistema digestivo del bebé madura, la proporción pasa de 90:10 (suero/caseína) en el calostro a 60:40 al mes de vida. Este equilibrio es específico para la especie humana, ya que nuestros bebés crecen lentamente pero con un desarrollo cerebral intenso.
Por eso, la leche materna humana no se parece a la de otros animales. Por ejemplo, la leche de vaca tiene proporciones opuestas (20:80), lo que la hace inadecuada para bebés menores de un año.
Aunque tu bebé sigue siendo muy pequeño, en estas primeras semanas ya comienza a desarrollar su propio sistema inmune. Por eso, la concentración de algunas sustancias protectoras en la leche se ajusta:
También se reducen los minerales como el cinc, cobre y manganeso, ya que el cuerpo del bebé empieza a generar sus propias defensas.
Alrededor del final del primer mes de vida, la composición de tu leche se estabiliza. Este será el alimento ideal para tu bebé a lo largo de toda su lactancia, sin importar si dura unos meses, un año o más.
Aun así, la leche materna sigue adaptándose en respuesta a infecciones, necesidades nutricionales, y hasta a la hora del día. Es una muestra maravillosa de cómo el cuerpo humano está diseñado para nutrir, proteger y acompañar.
En Maternify creemos que comprender las fases y la evolución de la lactancia materna te da más confianza para disfrutar este proceso, sabiendo que tu cuerpo sabe exactamente qué hacer.
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