Durante el trabajo de parto, en algunos casos es necesario administrar antibióticos para prevenir infecciones que podrían poner en riesgo la salud de la madre, del recién nacido, o de ambos. Aunque no todos los partos requieren tratamiento antibiótico, su uso está bien establecido en ciertas situaciones clínicas donde se ha demostrado su eficacia preventiva o terapéutica.
En este artículo, explicamos de manera clara y basada en evidencia científica cuáles son los escenarios más comunes en los que se indica el uso de antibióticos durante el parto.
El estreptococo del grupo B (SGB) es una bacteria que puede estar presente de forma natural en el tracto gastrointestinal o vaginal de las mujeres embarazadas, sin causar síntomas. Sin embargo, puede transmitirse al recién nacido durante el parto vaginal y causar infecciones graves como sepsis, neumonía o meningitis neonatal.
Por este motivo, se recomienda realizar un cribado del SGB mediante cultivo vaginal y rectal entre las semanas 35 y 37 de gestación. Si el resultado es positivo, está indicado administrar antibióticos intravenosos durante el trabajo de parto, habitualmente penicilina, para reducir el riesgo de transmisión al bebé.
También se administra antibiótico intraparto en los siguientes casos:
La aparición de fiebre materna durante el trabajo de parto (temperatura ≥ 38 °C) puede ser indicativa de una infección intraamniótica, especialmente si se acompaña de otros signos como taquicardia fetal o dolor uterino. En estos casos, el equipo sanitario inicia tratamiento antibiótico de forma inmediata.
El objetivo es prevenir complicaciones infecciosas en la madre (como endometritis o sepsis), así como en el neonato, quien también puede verse afectado si la infección progresa.
Cuando se produce una rotura de membranas (pérdida de líquido amniótico) sin que inicie el trabajo de parto espontáneamente, aumenta el riesgo de infección debido al paso de bacterias desde la vagina hacia el útero.
Se considera rotura prolongada de membranas cuando han pasado:
En estas circunstancias, puede estar indicado iniciar antibióticos intraparto, especialmente si hay otros factores de riesgo, como resultado positivo para SGB, fiebre o prematuridad.
La corioamnionitis es una infección de las membranas fetales y el líquido amniótico. Puede presentarse durante el parto y es una de las indicaciones más claras para el inicio de tratamiento antibiótico inmediato.
El diagnóstico se basa en la presencia de signos clínicos como fiebre materna, taquicardia fetal, útero doloroso o secreción vaginal anómala. Es una situación que requiere atención urgente, ya que puede tener consecuencias graves tanto para la madre como para el recién nacido.
Existen otros escenarios menos frecuentes en los que el equipo médico puede indicar el uso de antibióticos durante el parto, entre ellos:
El uso de antibióticos durante el parto está reservado para situaciones específicas en las que se ha demostrado su eficacia para prevenir infecciones graves y mejorar los resultados materno-infantiles. Su administración responde a protocolos clínicos basados en evidencia científica y busca, ante todo, garantizar la seguridad del parto tanto para la madre como para el bebé.
Es fundamental que las mujeres embarazadas cuenten con información clara y actualizada sobre este tema. Comprender cuándo y por qué se utilizan antibióticos en el contexto del parto permite tomar decisiones informadas, reducir la ansiedad y vivir esta etapa con mayor tranquilidad. Para ello, es clave contar con el acompañamiento de profesionales sanitarios de confianza, como matronas y ginecólogos/as.
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