1. ¿Qué es el frenillo lingual corto o anquiloglosia?
2. ¿Por qué se habla tanto ahora del frenillo?
3. ¿Por qué es importante tratar el frenillo?
4. ¿Cómo saber si mi bebé tiene anquiloglosia?
5. Clasificación de los tipos de frenillo
6. ¿Siempre hay que cortar el frenillo?
Desde hace algo más de una década, el frenillo lingual corto, también conocido como anquiloglosia, ha cobrado protagonismo en el mundo de la maternidad, especialmente en relación con la lactancia. Muchas familias se preguntan: ¿es una moda?, ¿por qué ahora parece que todos los bebés tienen frenillo?, ¿hay que intervenir siempre?, ¿qué consecuencias puede tener?
En este artículo aclaramos estas dudas, explicamos en qué consiste este diagnóstico, cómo se detecta y qué impacto real puede tener sobre la lactancia materna, la lactancia artificial y el desarrollo a futuro del bebé.
La anquiloglosia se define como una limitación en el movimiento de la lengua provocada por un frenillo lingual anormalmente corto, grueso o rígido. Esto impide que la lengua se mueva con libertad, lo que puede interferir en funciones básicas como mamar, tragar, respirar y hablar.
Aunque todos nacemos con un frenillo, lo ideal es que esté insertado lo suficientemente atrás en la lengua como para no limitar sus movimientos. Cuando esto no ocurre, el bebé puede tener dificultades para realizar los movimientos linguales esenciales para una lactancia eficaz y cómoda.
La anquiloglosia no es nueva: ya era reconocida y tratada en textos antiguos griegos, romanos o mozárabes. Sin embargo, con la irrupción de las fórmulas artificiales y la pérdida de la cultura de la lactancia materna, se dejó de prestar atención a este tipo de dificultades.
El resurgimiento del interés por la lactancia materna y su importancia para la salud del bebé ha motivado que muchas madres acudan a grupos de apoyo buscando respuestas a sus dificultades, y es entonces cuando se detectan los frenillos.
Eso sí: no todos los bebés tienen frenillo corto, ni todos los que lo tienen tendrán problemas.
El frenillo lingual corto (anquiloglosia) puede tener un impacto significativo en la alimentación y el bienestar del bebé, tanto si se alimenta con pecho como con biberón. No se trata solo de digestión, sino de cómo el bebé utiliza su lengua para realizar funciones esenciales como succionar, tragar y respirar de forma coordinada.
En la lactancia materna, un frenillo no tratado puede causar:
En la lactancia artificial, también pueden observarse dificultades similares:
Independientemente del tipo de lactancia, un frenillo que limita el movimiento lingual puede provocar:
En definitiva, el problema no es la leche ni la técnica, sino que el bebé no puede usar la lengua como necesita. Detectarlo y abordarlo a tiempo mejora no solo la alimentación, sino también el desarrollo global y la calidad de vida del bebé.
La valoración debe ser funcional: más allá de mirar, hay que observar cómo se mueve la lengua.
Se consideran signos de posible frenillo:
Una herramienta muy útil es la escala de evaluación de Hazelbaker, que mide tanto la apariencia como la funcionalidad. Si los valores están por debajo de ciertos umbrales, puede ser recomendable una intervención.
Se reconocen cuatro tipos:
La clasificación no determina por sí sola la gravedad: hay bebés con frenillo tipo 1 que maman sin problema, y otros con tipo 4 que tienen muchas dificultades. Por eso siempre debe valorarse en el contexto de la funcionalidad.
No necesariamente. Antes de considerar una frenotomía (el procedimiento para seccionar el frenillo), se deben revisar:
En algunos casos, el crecimiento natural de la boca del bebé mejora la situación. Pero si tras hacer ajustes persisten las dificultades, se puede valorar una frenotomía. Este procedimiento suele ser rápido, ambulatorio y seguro, pero debe ir seguido de ejercicios para evitar la reanudación del anclaje.
A medio y largo plazo, un frenillo no tratado puede influir en:
El frenillo lingual corto no siempre requiere intervención, pero tampoco debe ignorarse si hay dificultades. Afecta a bebés amamantados y también a los alimentados con biberón, y su impacto va mucho más allá de la digestión.
Detectarlo a tiempo y actuar con acompañamiento profesional puede marcar la diferencia entre una lactancia frustrante o una experiencia exitosa, y entre un desarrollo oral limitado o funcional.
En Maternify contamos con un equipo multidisciplinar especializado que puede ayudarte con la valoración del frenillo de tu bebé. Si tienes dudas, molestias al amamantar o notas que algo no va bien, estamos aquí para acompañarte, valorar de forma funcional la situación y ofrecerte la mejor atención posible.
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